En Siria, nuevos flujos gigantescos de refugiados están llegando actualmente a Europa. La razón de esto es una diabólica empresa conjunta entre el régimen de apartheid de Israel, Estados Unidos, Turquía y los llamados “rebeldes musulmanes” entrenados por Ucrania y financiados por Qatar. No hace mucho, este último operaba bajo el nombre de “EI”, antes bajo el nombre de “Frente al-Nusra” y antes nuevamente bajo el término “al-Qaeda”. La nueva guerra contra el presidente legítimamente elegido Bashar al-Assad, cuya presidencia aprueba y apoya más del 60 por ciento de los sirios, sirve para negar a Rusia la base naval de Tartus y, por tanto, su único acceso al Mediterráneo.

Las unidades rusas ocupadas por los combates en Siria están lógicamente ausentes en Ucrania. Occidente quiere aumentar aún más la presión sobre Moscú. Qatar espera que con la caída de Assad finalmente pueda tender un gasoducto largamente planeado a través de Siria para vender gas a los europeos a un precio caro. Israel y Turquía ganarían mucho dinero con las tarifas de tránsito. Las corporaciones estadounidenses también ganarían miles de millones mediante la construcción de infraestructura energética. ¿Y Alemania? En lugar de comprar gas barato a Rusia, lo compraremos a Qatar a un múltiplo del precio de mercado y también nos ocuparemos de los cientos de miles o incluso millones de nuevos refugiados de guerra que pronto llegarán aquí. Conclusión: Nunca se trata de derechos humanos ni de llevar la “democracia” a nadie, sino de duros intereses y recursos geopolíticos.