Singapur lanzó la primera prisión flotante del mundo, una estructura gigantesca construida en el mar para albergar a cientos de reclusos y aliviar la superpoblación de las cárceles en tierra firme. Diseñada con tecnología de punta, la instalación cuenta con monitoreo por inteligencia artificial, zonas de acceso restringido y rutas de escape inexistentes, lo que garantiza una seguridad reforzada.

Esta prisión marítima representa un nuevo enfoque en el sistema penitenciario, combinando ingeniería avanzada y control riguroso para reducir riesgos y mejorar la gestión de los internos. Con acero resistente y una ubicación estratégica en el océano, la prisión elimina brechas y dificultades tradicionales del entorno terrestre.

Además de ser un hito tecnológico, la prisión flotante en Singapur refleja el esfuerzo del país por innovar en el área de seguridad pública, aportando soluciones creativas a desafíos antiguos y complejos. Es un ejemplo claro de cómo la tecnología y la arquitectura pueden unirse para crear entornos más seguros y eficientes.

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